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sábado, 22 de junio de 2013

SUPERSTICIONES DE LOS GATOS

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Sin duda también podemos encontrar muchas supersticiones de los gatos.


SUPERSTICIONES DE LOS GATOS


Las supersticiones de los gatos son muy antiguas, ya que este animal se llegó a convertir incluso en objeto de culto.

En Egipto, por ejemplo, a la diosa Isis se le representaba con el rostro de un gato, y si alguien mataba o dañaba a los gatos era castigado con la muerte. De acuerdo con las evidencias arquelógicas, los egipcios pensaban que atravesarse con un gato negro traía la buena suerte. Muy probablemente esta creencia se debiera a lo escasos que eran ejemplares de gato con ese color en una zona geográfica tan calurosa.

Sin embargo, en la Europa Medieval, los gatos por el contrario eran considerados como "familiares", palabra que se usaba para designar a los demonios que acompañaban a las brujas en forma de animales; sobretodo los gatos negros eran los que asociaban a la brujería, y muchos pensaban que estos animalitos estaban al servicio de hechicheras y que con el tiempo podían tomar la forma humana de ellas.

Precisamente durante la época medieval surgieron numerosas campañas masivas de persecución y exterminio de los gatos, a los cuales también se consideraba responsables de propagar las epidemias de peste negra. Irónicamente, al disminuir la población de los gatos debido a las matanzas, las ratas proliferaron y diseminaron de esta forma la temida peste negra que mató a un tercio de la población europea. Definitivamente aquí se comprueba que las supersticiones de los gatos tienen un impacto negativo también para los humanos, y no sólo para estos felinos.

Posteriormente, los gatos negros recuperaron su papel como augures de la buena fortuna. Los navegantes solían llevarlos a bordo para evitar naufragios, y los novios recién casados en la Inglaterra del siglo XIX creían que encontrarse con alguno garantizaba la prosperidad del matrimonio.

Las supersticiones de los gatos han llevado a estos felinos a ser dioses, aunque también está el otro lado de la balanza, en donde se les convierte en servidores del mal. De ahí que su presencia se interpretó como de la buena y mala fortuna según la cultura.

Lo cierto es que a los gatos normalmente siempre les ha considerado de buena fortuna, debido a que su presencia ahuyentaba a los roedores que se comían los granos y transmitían enfermedades. Sólo con la llegada del cristianismo como religión dominante, se comenzó a considerar a los gatos como de mala suerte, por su correrías nocturnas y sus habilidades "sobrenaturales": gran flexibilidad, velocidad, capacidad de caer de pie a cortas distancias; además de ser la mascota preferida de muchas mujeres que trataban de liberar sus hogares de las ratas.

Es precisamente esa relación mujer-bruja que sostenía el cristianismo, la que terminó por vincular a los gatos con la hechicería y las invocaciones a demonios.

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