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La rabdomancia o radiestesia, es una práctica que se originó hace más de 4 mi años y que asumía que era posible detectar sustancias con ciertos objetos.
La rabdomancia consideraba que los diversos cuerpos emiten estímulos magnéticos y eléctricos que una persona puede captar mediante distintos artefactos: horquillas, varillas, péndulos, etc. Según la rabdomancia, dichos objetos eran capaces de amplificar la capacidad de recepción magnética del ser humano.
Quienes practicaban la rabdomancia, se dedicaban a lo largo de su vida a buscar agua, piedras y metales preciosos. Sus practicantes eran conocidos como zahoríes, y sus ocasionales éxitos se explican a partir de la casualidad o el efecto ideomotor mediante el cual un sujeto realizaba movimientos inconscientes.
Una versión moderna de la rabdomancia, surgió cuando una empresa fraudulenta sacó a la venta un aparato llamado "detector remoto molecular de sustancias GT200", conocido también como "la ouija del diablo" precisamente por su "tecnología paranormal" más que científica.
El detector molecular GT200 fue creado por la empresa británica Global Technical LTD. Se trataba de un mango de plástico con una antena similar a la de los televisores, y que detectaba toda clase de sustancias según la tarjeta electrónica que se usara: drogas, municiones, explosivos, marfil, dinero, cuerpos humanos en descomposición, incluso personas que hubieran consumido drogas con dos semanas de anterioridad.
Según sus creadores, el aparato no necesitaba baterías ni conexiones, ya que utilizaba la electricidad estática, es decir, la electricidad acumulada en el cuerpo del usuario, aunque su página también aseguraba que el sistema operaba por medio de bajos niveles de energía asociados con paramagnetismo y diamagnetismo. Supuestamente el GT200 funcionaba a través de la resonancia molecular de la sustancia (igual que los estímulos magnéticos de la rabdomancia), el aparato tenía un costo de medio millón de pesos por unidad.
Fueron varios los países que cayeron en este fraude, principalmente Tailandia y México. El aparato resultó ser un simple pedazo de plástico, las tarjetas que utilizaba no tenían un sólo componente electrónico, eran pedazos de papel. Lo peor de todo no fueron los millones de pesos gastados en esta moderna antena de rabdomancia, sino las muertes y abusos cometidos: soldados que murieron porque la antena no detectó explosivos, personas capturadas arbitrariamente y acusadas de transportar drogas, violaciones a derechos humanos de gente que no eran delincuentes pero que fueron "señaladas" por la antena.
Sabemos que hay personas que practican la rabdomancia o radiestesia, utilizando varas de madera o incluso sólo las manos para encontrar sustancias, y en apariencia es una práctica inofensiva. Total, si alguien quiere perder su tiempo buscando agua de esa manera está en su derecho, puede que atine o puede que no, la casualidad dirá.
Pero cuando se trata de la vida de las personas y del dinero del pueblo, no se puede recurrir a prácticas supersticiosas.
Etiquetas: Rabdomancia